lunes, 30 de mayo de 2011

Ensayo Sobre el Aire (Xopancuícatl)



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España




Las estrellas
en un silencioso infinito,
magnificente, cintilante fulgor
lejano a mis ojos.


Un grillo de irritable trino,
su única voz,
único instrumento;
la noche, la brizna y la yerba
son el teatro, el foro
de su perseverante canción.


Pero en la habitación
todo es respiración:
el aire todo pertenece a ti…
mujer complacida
desnuda y cansada de amar.


Hace poco tiempo
eras un terremoto de estratagemas
hecatombe de violencia,
atmósfera de diáfanos aromas
que exhalaban tus excitados poros.


Fuiste la vehemente marea
que a mis playas
llegó con la noche
arrastrada por la luna;
densa, húmeda mar de voluptuosidad
inmenso solaz de voluptuosidad.


Tu piel toda era
parestesias de lava;
Tu voz toda era
un estentóreo clamor
de necesidad, de urgencia.


Y en actitud deicida
brindaste al mejor explorador
tus sublimes arcanos
tus sabios arcanos
(¡ah el rosicler de tus arcanos!)
e incluso en tu locura,
sin pensar,
fuiste sabia.


Tu sabiduría se cansó
de flores e infantiles paseos
(alejó el esnobismo)
fatigada estaba de formalidad
de palabras sin mundo
de manos sudadas en la plaza
de helados en el parque
de estúpidas oraciones en la iglesia…
de esconder tu ineluctable esencia.


Tu sabiduría estaba fatigada
del ominoso reclamo
de tu ignorante madre.


Y ahora, tu cuerpo…
frágil y agotado,
un cuerpo ahora tuyo:
será un intermitente volcán
un constante devenir de mareas
límpido parque de sensaciones
una didascálica fuente de enseñanzas
inefable árbol de experiencias.


En esta noche y para siempre
tu respiración, el aire
son tuyos,
los impregnarás de tu aura
y fluirán a tu demanda.


En esta noche, yo solo observo
tu ahora sabio cuerpo desnudo…
y bebo un café
mientras San Cristóbal descansa.

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