Mayáhuel, en tí reside mi tradición,
entre tus venas mi sangre circula;
embriagante señal de mi nación,
que cualquier sufrimiento cura.
A nuestra tierra fértil bajaste,
queriendo los placeres probar,
y en planta azul te enmascaraste
para el amor sagrado degustar.
De tus restos los magueyes crecieron,
de tu jugo mi pueblo bebió;
tu pulque blanco los niños tuvieron,
y nuestra cultura así floreció.
En tu santuario se aloja la mexicanía
por miles de años fermentada;
semilla azteca de pura sabiduría,
a través del tiempo conservada.
Cuando nuestra raza se siente caída
y la desgracia al ser aqueja,
consumimos tu aguamiel de vida,
que dulcemente, la pena aleja.
Sacerdotes, políticos, campesinos;
héroes, mártires y caudillos,
sin miedo alguno te han bebido,
y ellos, prefirieron igual que yo,
tu pulque blanco a un insípido vino.
De tus raíces han nacido revoluciones,
independencias y manifestaciones,
decenas de gobiernos corruptos
así como folclóricas canciones.
Sólo nos queda decir:
¡Un curado para este guitarrero!
que tu sabor espeso reclama,
¡sírvaselo usted, mi humilde jicarero!
conocedor de la musical jornada.
Más si tu leyenda algún día acaba,
y en el tiempo queda borrada,
espero que no sea durante mi tocada,
porqué, en ese preciso momento,
me terminará llevando la chingada.
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