viernes, 30 de diciembre de 2011

Ensayo Sobre el Hastío (Icnocuícatl)

Héctor Hugo Escutia Cuevas
“Sones de un Latino Promedio”
©Editorial Revista Katarsis
Toledo, España




Fustigado por el hastío,
ahíto del vacuo mundo humano,
fatuo por antonomasia,
de enlodado epíteto a priori;
en crónica convalecencia
(eternamente postergada)
desviviendo a diario
en reiterativo asco.


Viviendo de hartazgo
de proyectos efímeros,
incansablemente fustigado
cada día mas fustigado, amedrentado
corazón henchido en sangre sucia
y el cerebro, olvidado
plagado de perversas reverberaciones
del deber hipotético y falaz.


Culpa, todo, del mundo humano
que se reproduce, incesante
cual reincidente espejismo
cual repetitiva constante
cual imborrable impronta,
y su letárgico hálito dimana
globalmente, todo contamina


Ahí se olvida el placer,
no puede haber placer
es contradictorio, es antítesis, tabú
diminuto reducto silente
que se asoma en la penumbra,
minimizado y negado
el placer solo se evapora
cual invisible efluvio imperceptible,
no debe percibirse.


Ese mundo humano
infestada bagatela
falaz variopinto
de acotados polos
de extremos absorbidos
unidimensional,
debe tener excepciones…


vastos arcanos deben existir
¡bastaría un Aleph
para encontrarlos!
y descubrir algo nuevo, límpido
revivir la enervancia calcificada
curar mi crónico hastío
…y escribir el más vasto poema.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Ensayo Sobre La Ontología (Tlaocolcuícatl)

 
Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España

 



En poco tiempo, todo acaba
ineludible destino;
todo termina, sin explicaciones vastas,
férreamente, desconsideradamente
se evapora y no vuelve.


Quisiéramos un mundo homogéneo
sin depresiones, sin desfortunios
hecho sólo de superlativas emociones;
de sempiterno verdor
de perenne florecimiento,
un inmutable caudal cristalino
un extático cenit constante.


Deseamos potestad de lo variable
sabernos en una realidad afable
de onírica sustancia;
sin temores y sin lides
sin salobres interludios de insomnio,
sin cefaleas, sin estreñimiento
libres de ansiosos temblores
o pertinaz diaforesis,
libres de amorosos errantes
en insatisfecha vigilia
haciendo de la enteogenia un vicio.


Si sólo bastara con uncir
un ciento de rayos de luz,
guardarlos en el bolsillo
y hacerlos brotar en la penumbra…


Pero el mundo que vivimos,
el pequeño mundo humano,
obra de la percepción,
sensorial simiente
de nuestra bipolaridad
umbrío y a la vez refulgente;
no es similar a lo real,
lo real sólo existe y transcurre
llega, se va, cambia, vuelve
en caprichoso azar
se extingue y regenera,
no tiene memoria ni pesar,
tampoco nostalgia.


Y nosotros…
vivimos en el mundo real
aferrados a nuestro refugio
aferrados a nuestro mundo,
pequeño mundo humano,
de inenarrables sensaciones
de fractales recuerdos;
siempre en conflicto constante
con el olvido.


Pero llega el momento último
el mundo real nos vence
se burla de nuestros etéreos deseos
sacude nuestro reducto de lágrimas
extingue toda esperanza y anhelo
nos vuelve gráciles guiñapos
de su inapelable tránsito,
todo lo lleva a su fin.


Y aunque sé que todo acaba, con certeza
y nosotros no somos la excepción;
sólo espero, algún día
aceptar la idea
de que te vas…