lunes, 30 de mayo de 2011

Vitalicio (Xochicuícatl)

Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katarsis



En mi tumba,
tal vez nunca reconocida,
tal vez nunca vista,
por su increíble anonimato;
muchas cosas ocurrirán…


Se cultivarán maíz o rosas,
existirán lombrices y cochinillas
que en la tierra hallarán resguardo,
y también el alimento necesario…


Se construirá un parque,
o se edificará un hogar,
un rascacielos se levantará,
o una pareja, bajo un árbol crecido,
con ardiente pasión se besará…


Meses, años y siglos van a concurrir,
con la tarea de mis rastros disipar,
y mediante una plancha de olvido cubrir,
todo acto que algún día pude concretar…


Pero en este preciso instante,
el aire sigue fluyendo en mi cuerpo,
el sol sigue recalentando la sangre,
y la vida incesantemente floreciendo…


Mi juventud es un acto resonante,
en cada movimiento realizado,
en todo baile consumado,
y en cada milonga por realizarse…


El canto se lanza libre sin atadura,
sincero e impregnado de alborozo;
mientras el baile se acompaña con tumba,
y de una mulata con ritmo sabroso…


Mi piel es morena como el café molido,
el color ancestral del mestizo;
café radiante, lumínico cobrizo,
bajo el sol repleta en sudor latino.

Las manos son incorruptibles prensas,
diseñadas por el sol y el trabajo,
hechas para sostener el arado,
y apretujar mujeres indefensas…


Mucho sabor y mucha razón
quedan por elaborarse en el futuro próximo;
con todo ello y bastante más se recrea a la esencia vital,
sin pasar por alto algo que siempre ha sido muy veraz:
las huellas pasadas, con el viento, tarde o temprano
se dispersan.

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