Héctor Hugo Escutia
Cuevas
“Sones de un Latino
Promedio”
©Editorial Revista
Katarsis
Toledo, España
La
noche plagada de estrellas
viendo
el cielo nocturno, descomunal
bóveda
eterna, incalculable
en
la abierta intimidad del volcán.
Subiendo
por los acantilados
viento
aullante, atroz, recalcitrante
invisible
en la oscuridad intensa
calcinando
el hueso y la carne.
El
silencio atronador del monte
follaje
nocturno, abismal
tenebroso,
umbrío, enigmático
oculto,
imperceptible inmensidad.
Y
yo estoy sólo, sin más
henchido
de soledad
enviciado
de mi sola presencia
muy
lejos, en el último lugar.
El
viento corre y cambia
se
transforma en hielo
deshace
el espíritu
quema
la piel en pleno.
Imperante
desesperación
ya
intolerable soliloquio
desesperado
estoy de mi soledad
harto
de mí mismo
de
mi soberbia gastada
de
mis propios cuentos
teniendo
tanto, y a la vez nada.
Sumido
en la total penumbra
vacío
de porvenir,
pasando
los días lúgubres,
otorgando
la vida al azar
y
al constante devenir.
Y
aquí es donde te espero,
con
la helada yerba del monte
tibia
mañana, fresco amanecer
impaciente
de tu llegada,
impaciente
de ti, mujer.
Montaré
un asiento en lo oscuro
en
el lugar más distante
del
mundo, de la sociedad;
en
un lugar que será nuestro
me
sentaré, paciente, a esperar
a
que ilumines el panorama
con
tu vida, con tu bello andar,
y
hacer de ese inhóspito lugar
un
bello jardín, majestuoso solaz
donde
vivas radiante
en
la abierta intimidad del volcán.
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