martes, 31 de mayo de 2011

Ensayo Sobre la Niebla (Xopancuícatl)



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España



Llegando la noche, paulatina
frío crepúsculo, inminente;
y la niebla desciende
fluye y se dispersa…
sus hilos se emancipan
se deshilacha la niebla en los naranjos.


El viento es la voluntad
marca el rumbo de la niebla…
a la luz del candil, en los faros,
el blanco velo de novia se eleva.


Húmeda cabellera blanca
sobre el río manso flota…
ceguera blanca, intermitente
que entre los negros troncos brota.


La luz se diluye en su atmósfera,
la luz se suspende…      fluye...desaparece
adquiere tonos… intensidades
iluminando diminutas gotas,
gotas que juegan en la corriente.


De un lado           a otro
las pequeñas gotas corren
chocando entre sí
y luego desaparecen
y otras nacen;
juegan…     desaparecen…
fértil universo, intermitente.


Pero en la oscuridad nocturna
solo el viento ruge…
mojando la piel
gota por gota,
en el rostro se fija
gota por gota,
cada poro se humedece.

El tacto nunca ha sido tan perceptible
nunca ha habido tanto tacto,
entre el rostro del viento invisible
y mi piel
siempre ha habido un trato.


Tú bajas, me visitas,
me conversas, me mojas;
yo te veo, te huelo,
ciegamente te veo;
y al final cuento tu historia…
y te compongo un verso

lunes, 30 de mayo de 2011

Ensayo Sobre el Aire (Xopancuícatl)



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España




Las estrellas
en un silencioso infinito,
magnificente, cintilante fulgor
lejano a mis ojos.


Un grillo de irritable trino,
su única voz,
único instrumento;
la noche, la brizna y la yerba
son el teatro, el foro
de su perseverante canción.


Pero en la habitación
todo es respiración:
el aire todo pertenece a ti…
mujer complacida
desnuda y cansada de amar.


Hace poco tiempo
eras un terremoto de estratagemas
hecatombe de violencia,
atmósfera de diáfanos aromas
que exhalaban tus excitados poros.


Fuiste la vehemente marea
que a mis playas
llegó con la noche
arrastrada por la luna;
densa, húmeda mar de voluptuosidad
inmenso solaz de voluptuosidad.


Tu piel toda era
parestesias de lava;
Tu voz toda era
un estentóreo clamor
de necesidad, de urgencia.


Y en actitud deicida
brindaste al mejor explorador
tus sublimes arcanos
tus sabios arcanos
(¡ah el rosicler de tus arcanos!)
e incluso en tu locura,
sin pensar,
fuiste sabia.


Tu sabiduría se cansó
de flores e infantiles paseos
(alejó el esnobismo)
fatigada estaba de formalidad
de palabras sin mundo
de manos sudadas en la plaza
de helados en el parque
de estúpidas oraciones en la iglesia…
de esconder tu ineluctable esencia.


Tu sabiduría estaba fatigada
del ominoso reclamo
de tu ignorante madre.


Y ahora, tu cuerpo…
frágil y agotado,
un cuerpo ahora tuyo:
será un intermitente volcán
un constante devenir de mareas
límpido parque de sensaciones
una didascálica fuente de enseñanzas
inefable árbol de experiencias.


En esta noche y para siempre
tu respiración, el aire
son tuyos,
los impregnarás de tu aura
y fluirán a tu demanda.


En esta noche, yo solo observo
tu ahora sabio cuerpo desnudo…
y bebo un café
mientras San Cristóbal descansa.

Ensayo Sobre el Silencio (Xopancuícatl)



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España


Inasequible, fulgurante
en tu paz, después de amar
en nuestro silencio hecho de sudores.


Sagrada, abstracta, abstrusa
en tu esplendorosa calma
calma de mujer complacida…
temporalmente complacida.


En la curva de tu cadera
inerte y voluminosa eminencia
de carne tuya bañada
de mí, de nosotros
yace la constante fragua
de esta quietud inquebrantable.


Dormidita y casi desnuda
tu cabello esparcido
en toda su luminosa amplitud
portentoso caos
de brillos y de sombras
en mi almohada regados.


En nuestro silencio
decorado de esporádicos trinos
y de voces de niños jugando
se alza nuestro vocabulario…


Palabras tangibles
nacidas del tacto,
fragantes, enervantes frases
y versos que saben a tu sal.
Semántica de caricias,
de humedad, de sexos…
una lengua de sensaciones
sensaciones nuestras
solamente nuestras,
de nadie más.


En nuestro silencio
tu cuerpo habla
la lengua de mis labios,
tus senos expresan
la lengua de mis labios,
tu vagina exuda
la lengua de mis labios,
las palabras, el roce
y las caricias de mis manos.


Un vocabulario
nacido de nuestra catarsis…
silenciosa catarsis
húmeda dialéctica de sudores.

Sabor (Xochicuícatl)





Ah! Mujer de terso sabor
a tu piel bañada de miel,
bañada de tus amores.


Sabes a mil canciones
que en tu cama he entonado,
con la voz del placer
y con la voz de tu suave ternura.


Ah! Mujer de terso sabor
a nuestro sudor regado
a lo largo de las sabanas,
regado en tu rostro y en el mío.


Sabes al sol que calentó tu piel
y le dejó un dorado matiz,
dorado imán de mis labios,
dorado imán de mi tacto.


Ah! Mujer de terso sabor
a tu cintura firme
a tus caderas voluminosas
a tus firmes senos
a tu sexo lunar.


Sabes a la felicidad del sol,
a la tristeza de la oscuridad,
y también al futuro
vivido en tus orgasmos
vivido en tu indiferencia.


Ah! Mujer de terso sabor,
los años te han dado la ruta ideal
al placer incesante,
te han dado la llave de mis sentidos,
y te han dado las razones perfectas
de mi incondicional deseo.


Sabes a la vida que das
y al deseo que provocas,
al aire que separa tu pezón
de mis ávidos labios,
y al recuerdo que me aparta
de tu gloria indudable…


Ah! Mujer de terso sabor,
eres mujer, y sabes a sal…


Un Paisaje en la Niebla (Huehuetlahtolli)







(de un filme de THEO ANGELOPOULOS)


Las letras apenas se distinguen,
tan solo el blanco del papel;
la mano conoce la distancia, escribe;
en su fraseo, la claridad, no se inhibe.


Se recorre un camino claro,
donde la niebla es espesa,
pero el sendero es recto, definido;
aunque la vista nublada sea.


Caminando ciegamente los espacios,
sabiendo cual fue el inicio,
presintiendo cual será el final;
el fin de un caminante nunca es claro;
solo le queda caminar.


Únicamente existen siluetas, borrosas;
el horizonte nunca ha sido definido,
aunque el andar nos dice, ciegos,
que el paisaje es inmenso
y el horizonte es eterno.


Hay sentimientos que no se ven,
hay cielos cálidos que no se sienten,
hay pieles que no se tocan;
pero son sangre, son fuego
y nos vuelven roca.


Un árbol y un río simulan fronteras;
son fantasmas inmateriales,
únicas visiones claras del camino,
árboles cada vez más viejos,
ríos cada vez más lentos, secos;
y al final, la muerte espera.


Puede haber música hermosa,
puede apreciarse el olor de mil mujeres,
el olor del café, o el olor a tierra;
la voz de mis padres,
cien mil libros y una gaviota;
hay que seguirlos, ciegos;
ellos saben la ruta.


El futuro del que siente,
expresa, camina y piensa,
nunca es claro, visible;
es un paisaje en la niebla.

Ixtac Octli (Cuecuechcuícatl)





Mayáhuel, en tí reside mi tradición,
entre tus venas mi sangre circula;
embriagante señal de mi nación,
que cualquier sufrimiento cura.


A nuestra tierra fértil bajaste,
queriendo los placeres probar,
y en planta azul te enmascaraste
para el amor sagrado degustar.


De tus restos los magueyes crecieron,
de tu jugo mi pueblo bebió;
tu pulque blanco los niños tuvieron,
y nuestra cultura así floreció.


En tu santuario se aloja la mexicanía
por miles de años fermentada;
semilla azteca de pura sabiduría,
a través del tiempo conservada.


Cuando nuestra raza se siente caída
y la desgracia al ser aqueja,
consumimos tu aguamiel de vida,
que dulcemente, la pena aleja.


Sacerdotes, políticos, campesinos;
héroes, mártires y caudillos,
sin miedo alguno te han bebido,
y ellos,  prefirieron igual que yo,
tu pulque blanco a un insípido vino.


De tus raíces han nacido revoluciones,
independencias y manifestaciones,
decenas de gobiernos corruptos
así como folclóricas canciones.


Sólo nos queda decir:
¡Un curado para este guitarrero!
que tu sabor espeso reclama,
¡sírvaselo usted, mi humilde jicarero!
conocedor de la musical jornada.


Más si tu leyenda algún día acaba,
y en el tiempo queda borrada,
espero que no sea durante mi tocada,
porqué, en ese preciso momento,
me terminará llevando la chingada.


Bodegones (Icnocuícatl)


Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España




…inspirado en Ezio Flavio Bazzo

¿Has visto la expresión de los árboles cautivos de la ciudad?


Es triste, artificial, marasmática.


Árboles ornamentales,
nacidos de un montón de tierra,
tierra delimitada por concreto y asfalto.


Seres nutridos de aguas negras;
aguas que arrastran basura, orines, vómito;
por la inmensidad de aquellas avenidas que los poseen.


Desarrollándose están en ríos de mierda,
en ríos epidémicos de mierda;
llevan en su gesto la depresión severa;
de ser íntegros, fuertes;
pero destinados a morir
por las mismas causas
que la ciudad muere.


Sus troncos, embadurnados de cal,
y sus hojas manchadas,
son aún madera;
una mezcla de savia/sangre
y polvo/humo citadino
en ellos, ya fijo,
y que en sus rostros muestran;
esa es la expresión perfecta
de su contaminado entorno.


Pueden ser naranjos, pinos, duraznos,
almendros o abetos;
todos estériles;
eunucos por causas miles,
de semillas deformes,
de frutos hipotéticos, insípidos.


En sus resistentes troncos
hay llagas, cicatrices del agitado mundo;
sus troncos, heridos, son la evidencia
de una realidad unidimensional.


Sus hojas sumisas, sucias,
mirando al suelo,
al suelo de concreto;
intentan comunicar al monstruo,
esclavizador,
su anhelo de naturaleza,
su deseo vital,
quieren volver al pasto,
quieren volver a los bosques,
a las selvas, a las praderas, a los montes,
y al jardín trasero de un hermoso pueblo;
recuperar el honor de vivir.


Inhalan humo viciado,
exhalan aire/humo viciado;
y en sus venas, incipientes,
solo existen los vicios de la ciudad;
y en sus ramas, debilitadas,
caquécticas, anémicas,
solo crecen muñones secos de hojas deformes.


Ya no es posible saber
si son de naturaleza perenne,
o si mudan de hojas
en otoño, primavera o inverno;
ya no son aquella inspiración de Vivaldi;
sus ciclos, sus estaciones desacopladas,
su verdor ya hediondo,
lo determina el monstruo,
esclavizador,
poseedor, moderador absoluto
de la naturaleza en sus patrias.


Solo les queda el consuelo
de uno que otro migrante pajarillo,
noble y simpático ser
que elige a éste deforme
como el sitio propicio
de su inevitable continuidad.


Solo les queda el consuelo relativo
de uno que otro ruidoso nido,
que alberga una nueva vida,
que alberga una nueva esperanza;
aún sabiendo que esa semilla
será pronto, también, viciada.