domingo, 27 de mayo de 2018

Ensayo Sobre el Presente



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España




Hay ocasiones, en la vida
que me integro
y me concentro,
construyo alrededor
de mí mismo
y soy uno más.


En mi hielo erigido
gélido concreto
de apariencias
donde me amurallo
me reservo
y conquisto.


Alzo castillos y torres
hechos de odios
y desprecios,
hechos de antiguos dolores
y amargos recuerdos.


Considero patéticos a los júbilos
y a los amores de esquina,
a los insectos del parque,
a la lluvia del verano,
a las crocantes hojas en otoño,
a los niños bailando
y a los algodones de azúcar.


Llego a la cima
veo el horizonte pleno
por encima de las nubes,
y ese vértigo
me espasma,
me inmuta junto al viento frío
a la sensación de ahogo,
al aire que se inspira
pero ahoga,
al sol que cega la vista
y quema el rostro,
al hielo que entra
y carcome el hueso,
al músculo fasciculando
deshidratado y cansado,
y lo sé, de ciencia cierta,
es el miedo a caer
y estar sólo.


Allá arriba, el amanecer
es indómito, salvaje
pleno sol que alumbra
cual fuego incandescente,
la fría mañana
despliega sus hilos de nieve
quemando los pómulos
congelando el temporal
tensando el cuerpo entero.


Te confesaré algo…
en un acerbo crepúsculo
de aquellos del diario,
te vi asomándote
en esta escarpada planicie,
caminando con una luz distinta,
una pequeña y hermosa vela
curiosa, recalcitrante lucecita
atrayéndome en la fría sombra
haciéndome correr
ciego entre barrancos,
creando cismas en mi conciencia,
corrompiendo dulcemente
mis propios estatutos,
diezmando mis murallas.


Murallas que se hicieron carrizo
un hielo que se derritió
negras, secas y asoleadas rocas
regadas por un abrupto temporal,
una lluvia intermitente
que inundó la cima,
hizo crecer musgos y hierbas
flores y bichos por doquier,
haciendo brotar un árbol colosal
que me cubría del viento
que me daba sombra,
y por un momento
fui algo más que hielo.


La lluvia en los montes, en la cima
es temporal, discontinua
todo reverdece en unos días,
un desértico llano
lo convierte en un verde páramo,
un estéril camino
se transforma en un aljibe,
por un tiempo.


Y después…


Temo pensar en un después…


martes, 20 de marzo de 2018

Frases Mínimas



Héctor Hugo Escutia Cuevas
"Sones de un Latino Promedio"
©Editorial Revista Katharsis
Toledo, España





I
Resiliente
residencia
en
la sociedad,
pero tu hálito
es el dulce
y tu piel
la leña.


II
Pólen
que nace
del estambre
al aire
se dispersa,
así
tu recuerdo
a mi poesía.


III
Antigua página
viejas frases
escritas…
al final
sólo mi letra
tuya
perdurará.


IV
Incluso
en el ojo
de tu huracán
existe
un arcoíris.


V
La niebla
y el recuerdo
son solamente
ceguera
la luz nace
cuando te tengo
conmigo
mujer solar.


VI
El silencio absoluto
solo en la muerte…
en la vida
en el amor
el silencio atruena.


VII
La tierra, el maíz
el viento, el agua
cuatro elementos
de vida…
El quinto
tu fuego.


VIII
Apagas la vela
y la oscuridad
hace de la fantasía
realidad.


IX
No existo
por algo…
hay causas
pero no finalidades,
solo existo
y ya…
pero tú estás,
y por ello
me gusta
existir.


X
Cierra la puerta…
entrégate…
la vida
nos reclama
juntos.


XI
El ahora
es verbo
cuando
te tengo.


XII
El siempre
no existe,
sólo el ahora,
por ello
prefiero llenar
mis días
de tus ahoras.


XIII
Suerte mía…
una flor nace
luego muere
pero tú
solamente
te transformas.


XIV
El eterno
pleonasmo
del arte,
plasmar
una mujer.

jueves, 26 de octubre de 2017

Interludio


Héctor Hugo Escutia Cuevas
“Sones de un Latino Promedio”
©Editorial Revista Katarsis
Toledo, España


Me incitas a la letra
como la luna a la marea…

Hoy escribo:
¿Cómo está el clima?;
Y solo te digo:
Pienso en ti, no te olvido;
¿Cómo amaneciste hoy?
Soy feliz sabiéndote viva;
¿Está todo bien? ¿Qué tal tu día?
Eres hermosa, te necesito en mis días;
¿Hace frío?
Quiero estar en tu regazo.

Son mis acordes cotidianos,
un fuego replicándose, día a día
palabra con palabra.

¿Cómo te disimulo?
Mujer tan desconcertante,
tan enigmática, abstrusa.

Caminando en puntillas,
cual gaviota en la arena,
así voy tentando a tu corazón,
sin ruidos, disimulando los rastros,
buscando conquistar tu cumbre,
sigilosamente.

Disimulo tu presencia inmutable,
disimulo tu pensar:
¿De qué manera, hermosa mía,

hago para pensarte menos?.

viernes, 28 de julio de 2017

Ensayo Sobre el Tiempo (Tlaocolcuícatl)

Héctor Hugo Escutia Cuevas
“Sones de un Latino Promedio”
©Editorial Revista Katarsis
Toledo, España



La idea de vida se fundaba de ti
y de mí, de nosotros;
de mi vida contigo, y tu vida junto a mí;
de lo que eres, lo que soy,
lo que éramos.


Quimera de nuestras vidas fundidas,
el azar confabulado alrededor nuestro,
idea de vida nacida de nuestro sentir,
nuestro pensar;
circular en veces, vertical en esencia,
deseando, queriendo, anhelando…


Nacíamos día con día, nuevos, contemplando
en cambio perpetuo e imparable;
en ocasiones lo llamábamos amor,
yo lo consideraba vida, solo eso,
la vida entre nosotros brotando
imparable.


De tanto vivirnos, de tanto desear
secamos el cauce
que creíamos sempiterno,
nos acabamos el amor
supuestamente eterno;
nos comió la vida, el tiempo
y arrojo mis huesos al fuego,
y tus alas al viento…


El mundo es vasto, ciertamente sabido;
el tiempo confabula con el mundo,
y la naturaleza con el tiempo;
hacen las flores brotar
y luego marchitar;
etérea aurora difuminándose,
efímero arcoíris,
fugaz vuelo de sentimientos,
minúscula temporalidad de embeleso.


Una vez un colibrí visitó mi balcón,
también oí el canto del cardenal,
vi cien pétalos flotando en el río,
la espuma de mar en la arena,
y el sol en el crepúsculo;
sentí la ráfaga de viento
rompiendo en la cumbre,
y la niebla cubriendo el monte;
un puño de tierra al viento,
la voz perdiéndose en el bosque.


Fuimos consecuencia del mundo y del tiempo,
de nosotros mismos,
deseando ser eternos,
pero nada es eterno,
ahora lo sabemos,
solo el tiempo…




lunes, 11 de agosto de 2014

Ensayo de mi Vida Junto a Tí (Xopancuícatl)

Héctor Hugo Escutia Cuevas
“Sones de un Latino Promedio”
©Editorial Revista Katarsis
Toledo, España




La vida, como tal,
es una oportunidad,
a tu lado,
un milagro…

Estoy a tu lado,
no para estar, solamente,
sino para vivir
a tu lado…

A vivir no le llamo vivirte,
vivirnos
mirarte, saberte,
reflexionarte, pensarte
meditarte, conocerte…

Tienes virtudes,
muchas te coronan,
te adornas de virtudes
múltiples son los talentos tuyos,
mujer única y admirable,
admirada y exitosa…


Tienes errores,
día a día, los errores existen,
pero así es la vida
en la vida todo es existir
a pesar de lo malo,
a pesar de lo bueno…


La vida es, y existe,
dice Neruda,
concepto simplista…


Pero mi vida a tu lado,
no sólo es,
mi vida a tu lado
va más allá de ser,
es más que mirarte,
saberte, reflexionarte,
pensarte, meditarte
conocerte….


Neruda no lo sabía, pero
la vida a tu lado
es otra vida
mujer hermosa, milagrosa
amada como ninguna
de pies a cabeza
de cuerpo a corazón,
amada de sangre
al alma entera…


La vida amándote
no es una vida,
es un milagro,
a pesar de tus defectos…


Lo bello no lo es por perfecto
sino por tener en su debido lugar
cada defecto…


Te tomo con errores y defectos
porque te hacen humana y hermosa
te hacen tú
y eso me basta
para vivir una vida que no es vida
es milagro…



lunes, 21 de mayo de 2012

Ensayo Sobre la Soledad (Xopancuícatl)


Héctor Hugo Escutia Cuevas

“Sones de un Latino Promedio”

©Editorial Revista Katarsis

Toledo, España





La noche plagada de estrellas

viendo el cielo nocturno, descomunal

bóveda eterna, incalculable

en la abierta intimidad del volcán.





Subiendo por los acantilados

viento aullante, atroz, recalcitrante

invisible en la oscuridad intensa

calcinando el hueso y la carne.





El silencio atronador del monte

follaje nocturno, abismal

tenebroso, umbrío, enigmático

oculto, imperceptible inmensidad.





Y yo estoy sólo, sin más

henchido de soledad

enviciado de mi sola presencia

muy lejos, en el último lugar.





El viento corre y cambia

se transforma en hielo

deshace el espíritu

quema la piel en pleno.





Imperante desesperación

ya intolerable soliloquio

desesperado estoy de mi soledad

harto de mí mismo

de mi soberbia gastada

de mis propios cuentos

teniendo tanto, y a la vez nada.





Sumido en la total penumbra

vacío de porvenir,

pasando los días lúgubres,

otorgando la vida al azar

y al constante devenir.





Y aquí es donde te espero,

con la helada yerba del monte

tibia mañana, fresco amanecer

impaciente de tu llegada,

impaciente de ti, mujer.





Montaré un asiento en lo oscuro

en el lugar más distante

del mundo, de la sociedad;

en un lugar que será nuestro

me sentaré, paciente, a esperar

a que ilumines el panorama

con tu vida, con tu bello andar,

y hacer de ese inhóspito lugar

un bello jardín, majestuoso solaz

donde vivas radiante

en la abierta intimidad del volcán.